lunes, 24 de diciembre de 2012

Soy de Bilbao

Normalmente no lo digo para no presumir, pero hoy lo utilizo en el título de este post para hablar de las distinciones.

Hace unos días un amigo me envió una foto de una participación de lotería repartida por un comercio de Basurto en la que se indicaba, en euskera y en castellano, que el poseedor de esa participación jugaba la cantidad correspondiente al número arriba indicado, “en el sorteo de lotería que tendrá lugar en el país vecino el próximo día 22 de diciembre”. Y ha sido ese matiz, esa distinción del país vecino, el que me ha llevado a esta reflexión.

Cuando me estaba introduciendo en técnicas de coaching tenía un maestro extranjero que nunca había visto una corrida de toros y tenía interés en presenciar una. No soy aficionado a ese espectáculo pero cuando era jovencito mi madre me llevaba como acompañante y he alcanzado cierto conocimiento de la fiesta, así que acepté la propuesta de mi profesor y nos fuimos a ver una corrida de la Feria  de Madrid.  Él me pedía explicaciones de lo que ocurría en el ruedo y en un momento me preguntó que cual era la razón de que al torero anterior se le abuchease y a este le jaleasen con olés y le diesen una larga ovación. Yo le comenté que éste estaba en un terreno donde daba ventajas al toro, que bajaba la mano, que templaba los pases, que dominaba y que lo hacía manteniendo la estética establecida para ello, mientras que en la anterior faena el torero daba un paso atrás en cada pase, el toro le tocaba la muleta y salía suelto de cada encuentro; que lo hacía mal. Él me contestó que le parecía lo mismo una faena que la otra pero ahora, que se lo había hecho notar, lo entendía y añadió: “esto es algo que se hace en el coaching, hacer distinciones, porque si no somos capaces de apreciar las diferencias no seremos capaces de mejorar”

Parafraseando a Rafael Echeverría: “No sabemos cómo son las cosas. Sólo sabemos como las observamos o como las interpretamos. Vivimos en mundos interpretativos”. Podemos observar cómo tendemos a creer que nuestra realidad es la realidad, sin embargo si aprendemos a hacer distinciones conoceremos mejor esa realidad y nos haremos más sabios.
No sólo tendemos a creer que nuestra realidad es la realidad sino que además tenemos tendencia a generalizar. La generalización es una abstracción que nos permite simplificar los procesos de pensamiento acudiendo a conceptos o ideas previamente establecidos. Tiene un carácter universal y ya los griegos clásicos utilizaban sus mitos para establecer estereotipos de conducta. Shakespeare, aparte de su gran calidad literaria, tiene el mérito de haber escrito sobre cuestiones universales y a Otelo, a Hamlet o a Romeo y Julieta da igual ubicarlos en el siglo XVII que en el XXI pues sus conductas, sus sentimientos, el desenlace de sus historias se pueden producir en cualquier momento.

El comportamiento humano está muy estandarizado: la alegría, el egoísmo, el deseo de poder, la envidia, la compasión, la solidaridad, … son aspectos inherentes a la condición humana que se dan por igual en todas las culturas, todos los países y todas las personas. Si generalizamos demasiado podemos llegar a pensar que somos iguales que los monos, pues parece ser que nos diferenciamos menos de un 2%, entre 1,3% y 1,2% es la diferencia que existe entre nuestro genoma y el de los chimpancés o los bonobos: ¡Somos tan iguales!
Sin embargo esa pequeña diferencia (que consiste en que nosotros tenemos dos cromosomas menos) son la causa de la existencia de una proteína que hace que nuestro neocórtex funcione de modo diferente. Una distinción que marca distancias importantes entre los simios y las personas.

Si queremos racionalizar nuestras acciones, si queremos comprender mejor la realidad, si queremos desarrollarnos como personas, hagamos distinciones.

¡Guztietarako zorion asko!: ¡Muchas felicidades a todos!

jueves, 13 de diciembre de 2012

¿Y si creamos un “Partido Malo”?

 Al igual que el gobierno ha propiciado la creación de un “Banco Malo” que recoja los “activos tóxicos” que contaminan al sector financiero, los ciudadanos podemos proponer la creación de un “Partido Malo” que acogería a los políticos tóxicos que ahora abarrotan las filas de los partidos políticos.

Hace unos días especulaba con un amigo sobre esta idea (ver en Facebook: Ciuco Gutiérrez): Cada día el sistema político español se encuentra más en entredicho debido a la falta de solvencia (moral) de muchos de sus integrantes. A esta situación se ha llegado debido a la burbuja de corrupción que ha puesto en evidencia las debilidades de nuestro sistema y que ha precipitado una caída de la credibilidad la cual parece no encontrar fondo.
La creación de un “Partido Malo” ayudaría a clarificar la crisis de credibilidad política y, lejos de ser un partido sin futuro, tendría un elevado número de votos pues nadie duda de que un alto número de constructores, empresarios de diferentes sectores, promotores de actividades diversas, testaferros, intermediarios, estafadores y delincuentes de diversa índole, encontrarían sumamente atractiva esta opción política con una propuesta clara y abierta de enriquecimiento especulativo e inmoral.
El “Partido Malo” se nutriría de los políticos de dudosa reputación existentes en otros partidos y podrían ser valorados de forma individual antes de ser transferidos, o cada partido podría asignar una cartera de políticos de baja valoración moral (con una alta prima de riesgo). En cualquier caso, deberían someterse a las correspondientes auditorias que verifiquen la transferencia eficaz de sus políticos tóxicos. Es más, es conveniente crear un órgano supervisor que controle el comportamiento de los políticos honestos, a fin de atajar las desviaciones que se puedan producir, de forma que la creación del “Partido Malo” se acompañe con visos de continuidad para que puedan encontrar alojamiento los futuros interesados.
De momento es tan solo una idea pues antes de llevarse a cabo tienen que despejarse muchas de las incógnitas sobre cómo se transferirán los políticos activos subprime, cómo se gestionarán los “tratos de favor”,  o cual es el beneficio esperado de la corrupción programada. La buena noticia para los creadores es que ya hay inversores interesados en su puesta en funcionamiento.
Una posibilidad que se maneja es que en la financiación del “Partido Malo” participen entidades de reputación intachable que sirva para garantizar el aislamiento de este tipo de políticos evitando la contaminación del resto del sistema. Esto requiere mucha claridad sobre la valoración de los transferidos y de su relación con las entidades inversoras: para garantizar la existencia de políticos solventes es necesario aislar y mantener controlados a los tóxicos
DUDAS EN LA VALORACIÓN
Parte del rechazo de los inversores honestos podría estar en invertir en este proyecto y que el resto de partidos sigan manteniendo políticos tóxicos. Razón que refuerza la idea de un supervisor que someta a test de estrés y a auditorias periódicas a todos los partidos.
¿PROBLEMA ECONÓMICO?
Una vez en marcha, también existen preguntas sobre cuándo podrá comenzar la actividad política del “Partido Malo” y cuando y de qué forma se podrán enriquecer sus integrantes. El “Partido Malo” podría tener que confiar inicialmente en los actuales políticos corruptos y en sus redes de relación para que sigan gestionando ingresos inmorales. Posteriormente, los paquetes de adjudicaciones se podrían analizar en más detalle al prepararse para su ejecución. Se podrían diseñar planes para que los políticos tóxicos encuentren el modo de mantener su actividad sin necesidad de participar en la vida política que afecta a los ciudadanos estableciéndose un nicho de corrupción que se autoalimente sin contaminar otras áreas de la vida pública.

¿Y qué tiene que ver toda esta historia con el objetivo de este blog?
Pues tiene que ver con que el objetivo, la meta que nos marcamos es importante, pero también lo es el camino que recorremos para alcanzarla.
Los pilotos de carreras saben que para quedar campeones del mundo han de quedar muy bien clasificados después de cada carrera y que para que esto ocurra es necesario trazar bien cada curva, recorrer cada una de las rectas con velocidad y no cometer errores. Esto hay que entrenarlo, tanto física como mentalmente, y dedicar tiempo a mejorar cada aspecto de su rendimiento en competición.
Las metas son importantes, pero no lo es menos el camino que tenemos que recorrer para alcanzarlas: esa es una opción que nosotros elegimos.

En el próximo post hablaremos de honestidad.

martes, 4 de diciembre de 2012

Solo hay una oportunidad para causar una buena primera impresión.

 ¿Nos preocupa nuestra imagen en una primera cita?

Cuando tenemos una primera cita con alguien a quien consideramos importante todos nos hemos preocupado de ir vestidos de forma adecuada para la ocasión, de no parecer nerviosos, de preparar dos o tres frases ingeniosas que causen un buen impacto y de un montón de detalles más (¿me siento al lado o de frente? ¿pago yo o la otra personas? ¿hablo primero o espero a que saque un tema de conversación? …). Cuando la situación nos interesa, la primera cita nos preocupa y la preparamos. De eso somos conscientes todos, o casi todos, y especialmente quienes nos dedicamos a actividades relacionadas con las relaciones interpersonales.
Pese a ello. Pese a saberlo y al interés que ponemos por causar una buena impresión, en alguna ocasión metemos la pata:
Recuerdo que había quedado con una persona para hacerle una propuesta de colaboración profesional. Había hablado por teléfono con ella y nos habíamos intercambiado varios mensajes, de forma que el motivo de la cita estaba claro y parece que las dos partes estábamos interesadas en hablar de los detalles y sacar el proyecto adelante.
Cuando llegué a su empresa y pregunté por ella me hicieron pasar a una sala de espera y me dijeron que me atendería enseguida. Al poco rato entró una mujer preguntando ¿José Luis? Era una mujer alta de pelo largo sobre los hombros, delgada, que vestía un traje de punto muy ajustado que dejaba ver una incipiente barriguita.
Yo respodí: Sí soy yo, tu eres Marga ¿no?, encantado de conocerte. Mejoras con creces la imagen que me había hecho de ti hablando por teléfono, además veo que estás embarazada, a mí me dais mucha envidia las mujeres embarazadas pues me parece que tiene que ser una sensación muy intima, muy tierna, que los hombres nunca podremos sentir.
Ella dijo: No, no estoy embarazada.
¿Por qué no se acabó el mundo en aquel momento? ¿por qué no se derrumbó el edificio? ¿por qué no pude desaparecer? ¿por qué no pude dar al rewind y volver al momento en el que ella entraba por al puerta?. Cualquier cosa hubiera sido mejor que seguir allí sin saber qué hacer: si pedir disculpas, hacer un chiste o continuar como ni no hubiese pasado nada. Estaba totalmente paralizado pensando en la metedura de pata que había tenido.
Aquella anécdota me afectó y durante un tiempo me intimidaban las primeras citas, que tenía que preparar con mucho detalle evitando cualquier comentario espontáneo. Pero empecé a contarla para saber cómo reaccionarían otras personas y me di cuenta de que mucha gente había pasado por situaciones parecidas y que, además, contarla me servía para banalizarla y que fuese perdiendo importancia.

Te invitamos a que nos cuentes tu experiencia causando una primera impresión. La comentaremos y te daremos nuestra opinión.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

El Pájaro que Habla, el Árbol que Canta y el Agua de Oro.

Extracto de un bello cuento de las Mil y Una Noches que nos sirve para ir abriendo este blog e indicar la importancia de seguir metas valiosas y de no volver la vista atrás.

“Has de saber, ¡oh mi señora! que, si en estos jardines se hallara el Pájaro que Habla vendrían a mirarle todos los pájaros de estos jardines. Si tuvieras el Árbol que Canta veríais que ningún instrumento produce una armonía comparable. ¡Y si tuvieras en tus jardines el Agua de Oro!, solamente una gota de ese agua se hincha y crece, multiplicándose en surtidores de oro y no cesa de brotar y caer sin que el estanque se desborde nunca.
Esas tres maravillas se encuentran en un paraje situado hacia los confines de la India”.
Así hablaba una vieja a la bella Farizada al ver el bello jardín que ésta cuidaba.
Cuando regresaron sus hermanos Farid y Faruz. Farizada les dijo: “¡Oh! ya no me gusta mi jardín, le falta el Pájaro que Habla, el Árbol que Canta y el Agua de Oro!". Y contó sin interrupción a sus hermanos la visita de la buena vieja.
Farid decidió partir en busca de esas tres maravillas más, como Farizada temiendo por su vida le pedía que no lo hiciese, sacó del cinturón un cuchillo diciendo: "Toma, si ves que la hoja se oxida has de saber que me ha ocurrido un grave contratiempo”
Durante veinte días y veinte noches viajó hasta llegar a una pradera, al pie de una montaña, donde se encontraba sentado un hombre muy viejo al que preguntó por las tres maravillas: "Ciertamente conozco el lugar en que se encuentran esas tres cosas y el camino que allá conduce. Treparás a esa montaña cuya cima se divisa desde aquí. Te gritarán palabras que hielan la sangre de los hombres, pero no las escuches porque si vuelves la cabeza y miras hacia atrás, en ese mismo instante, te convertirás en una piedra de basalto semejante a las piedras negras de la montaña; pero si resistiendo a esa llamada llegas a la cima, encontrarás allí una jaula, y en la jaula al Pájaro que Habla y él te informará de todo cuanto desees”.
Cuando Farid comenzó a escalar la montaña pronto comenzó a oír entre las rocas un grito que fue seguido de otros gritos, a derecha y a izquierda, que nada tenían de humano. "¿Qué quieres? ¿Qué quieres?" Decían. "¡Detenedle! ¡Matadle!" "¡Empujadle! ¡Tiradle!" Se burlaban de él, gritando: "¡Huy! ¡Huy! ¡Joven! ¡Joven! ¡Huy! ¡Huy! ¡Huy! i Ven! ¡Ven!" Pero Farid continuó subiendo sin hacer caso a aquellas voces. Cada vez se fueron haciendo más numerosas, terribles y próximas, convirtiéndose en un espantoso estrépito apremiante y amenazador hasta el punto de que Farid tuvo una vacilación y volvió la cabeza. En ese mismo instante resonó un espantoso aullido y Farid quedó convertido en piedra de basalto negro.
Lejos de allí, la princesa Farizada sacó el cuchillo de la vaina, se puso pálida al ver la hoja oxidada y se desplomó en los brazos Faruz, que afligido le dijo: "Ahora me toca a mí ir en busca de nuestro hermano y traerte, al mismo tiempo, las tres cosas que han ocasionado el cautiverio a que debe estar él reducido en este momento. Farizada, exclamó suplicante: "No, no, por favor, no partas, si ha de ser para ir en busca de lo que ha deseado mi alma insaciable ¡Oh hermano mío! ¡si te ocurriera algún contratiempo moriría yo!" Pero estas quejas y lágrimas no disuadieron de su resolución a Faruz que montó a caballo y entregó a su hermana un rosario de perlas, diciéndola "Si estas perlas cesaran de correr unas tras otras entre tus dedos y pareciera que estaban pegadas sería señal de que había yo sufrido la misma suerte que nuestro hermano"
Al vigésimo día de su viaje encontró al anciano de la pradera, que le indicó cual era el camino por el que preguntaba. Faruz se aventuró resueltamente por la montaña y a su paso se fueron alzando las voces, pero él no  respondía a las injurias, a las amenazas y a los llamamientos. Había llegado ya a la mitad de su ascensión, cuando de pronto oyó gritar tras él: "¡Hermano mío! ¡hermano mío! ¡no huyas de mí!" y, olvidando toda prudencia, Faruz se volvió al oír esta voz y en ese momento quedó convertido en bloque de piedra.
Farizada que, ni de día ni de noche abandonaba el rosario de perlas, sin cesar pasaba las cuentas entre sus dedos, advirtió que no obedecían al movimiento que les imprimía y vio que estaban pegadas unas a otras. Y exclamó: "¡Oh pobres hermanos míos, víctimas de mis caprichos! ¡iré a reunirme con vosotros!" Se disfrazó de caballero, se armó, se equipó y partió a caballo emprendiendo el camino.
Al vigésimo día se encontró con el viejo sentado en la pradera, le saludó con respeto y le preguntó: "¡Oh santo anciano, padre mío! ¿no has visto pasar, con intervalos de veinte días, a dos señores jóvenes y hermosos que buscaban el Pájaro que Habla, el Árbol que Canta y el Agua de Oro?" El anciano contestó: "¡Oh mi señora! les he visto y les enseñé el camino, pero les han detenido en su empresa las voces del monte encantado, como antes que a ellos les sucedió a tantos otros señores!" Y continuo diciendo: "¡Oh dueña del esplendor! no te engañaron quienes te han hablado de las tres cosas incomparables en cuya busca vinieron tantos príncipes y señores, pero no te han dicho los peligros que hay que arrostrar para intentar una aventura tan singular como la que tú persigues" E hizo saber a Farizada todo a lo que se exponía al ir en busca de sus hermanos y de las tres maravillas.
Farizada dijo: ¿Cómo voy a retroceder si se trata de encontrar a mis hermanos? ¡Oh santo hombre! escucha el ruego de una hermana amante e indícame los medios para librarles del encanto!" A lo que el viejo contestó: "¡Oh Farizada! por ser la primera persona que me pide ayuda te daré este mechón de lana con el cual, taponándote los oídos, impedirá que oigas, cuando encuentres al Pájaro que Habla pregúntale y él te responderá a cuanto desees saber"
Cuando hubo llegado a las primeras rocas las voces se alzaron entre los bloques de basalto negro con una algarabía espantosa, pero ella apenas oía un vago rumor y, sin entender ninguna palabra y sin percibir ningún llamamiento, subió sin detenerse. En la cima de la montaña, en medio de una explanada, advirtió que había una jaula de oro sobre un pedestal. Farizada se dirigió a él, pudiendo ver al Pájaro que Habla: “¡Ya te tengo! ¡Ya te tengo! ¡Y no te escaparás!" Y al propio tiempo se quitó los tapones de lana.
Farizada le dijo que tenía que pedirle varias cosas, y empezó por rogarle primero que le indicara dónde se encontraba el Árbol que Canta, después le rogó que le indicara dónde estaba el Agua de Oro, finalmente preguntó por sus hermanos y el Pájaro le dijo que rociase con algunas gotas las piedras de basalto, para desencantar a los caballeros que de esa forma se encontraban prisioneros. Farizada cogió con una mano un ánfora de cristal que con ella llevaba y con la otra la jaula del Pájaro y una rama cantarina que había cortado del Árbol, para plantarla en su jardín, y empezó a bajar por la vereda. En cuanto encontraba una piedra de basalto negro la rociaba con algunas gotas del Agua de Oro y la piedra adquiría vida y se convertía en hombre. Como no dejó pasar ninguna sin hacer lo propio, recuperó de tal suerte a sus hermanos y liberó a todos los que se encontraban de aquella manera prisioneros.
Ya en su morada Farizada se apresuró a colocar aquellas tres maravillas en su jardín y recomenzó una vida con días de dichosa monotonía. Farizada reanudó sus paseos por los jardines, deteniéndose largas horas a charlar con el Pájaro que Habla, a escuchar al Árbol que Canta y a mirar al Agua de Oro, mientras sus hermanos disfrutaban de la placidez de aquel jardín tan bien adornado.

¿Qué te ha parecido el cuento? ¿Quién sigue metas valiosas? ¿Cuáles son? Coméntalo.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Aduladores

Al hilo del lenguaje positivo, recuerdo una anécdota sobre un evento en el que se creó un ambiente formidable.

Hace unos años un amigo me llamó para que asistiese como “adulador” a la inauguración de una exposición de un artista conocido. La galería había invitado a más de quinientas personas y había contratado a una empresa de eventos para que animase la fiesta y que aquello fuese un éxito. La propuesta que hicieron fue la de introducir “aduladores” entre los invitados; había cien aduladores en la inauguración.
La llamada de mi amigo iba acompañada de las siguientes instrucciones:
-          Se trata de mezclarse entre el público e ir adulando a los asistentes.
-          Fíjate en algo que destaque de alguna persona y díselo. No engañes, pues se nota, sé sincero y refiérete con halagos a algo de la persona que realmente te llame la atención.
-          Cambia de grupo con frecuencia: tu trabajo es ir adulando a las personas y cuantos más contactos hagas, mejor.
-          No digas a nadie que eres adulador. Si alguien se acerca a ti con halagos no le preguntes si él también es adulador; hay cien en la sala pero no os conocéis y no debéis conoceros.

La propuesta me pareció graciosa y acepté el encargo con agrado, sin ser consciente de los beneficios que me iba a reportar:
No soy una persona tímida, pero cuando voy a una fiesta suelo limitar mis contactos al grupo de amigos que tengo ahí, perdiéndome la oportunidad de conocer a nuevas personas. En este caso, como mi objetivo era entrar en contacto con muchas personas estuve yendo de grupo en grupo conociendo a gente muy interesante.
Como entras en contacto con un grupo dirigiendo una frase agradable a alguna persona o al grupo en su conjunto, te reciben muy bien y rápidamente entras en su tema de conversación o cuentas algo sobre ti. No estás con ellos más de cinco o diez minutos, de forma que cuando te vas has dejado una buena impresión. En algunos casos vienen a buscarte más tarde diciéndote: “ven, que como nos dijiste que te dedicabas a tal cosa, o que estabas interesado en esto, te voy a presentar a una persona que te va a gustar”.
El ambiente de la reunión se notaba que se hacía más cálido por momentos: se intercambiaban tarjetas, se vendían cuadros, la gente quedaba para verse otro día. Todo el mundo sonreía.
Además de lo grato que me resultó el tiempo que estuve allí, me dio la oportunidad de establecer contactos que luego me resultaron útiles.

La adulación, si es sincera y se apoya en cualidades evidentes, genera un buen clima. No se trata de decir a las personas que tienen o que son lo que no tienen o no son, sino de manifestar verbalmente que te gusta aquello que realmente te gusta de otros.

¿Tienes alguna experiencia que nos ayude a crear ambientes agradables? Te rogamos que la compartas con nosotros contándonos cual fue.

jueves, 25 de octubre de 2012

Gran Torino y el lenguaje positivo.

 El elogio es una de facetas por las cuales uno consigue ser simpático y la simpatía es una poderosa arma de persuasión. También lo son la similitud (ser parecido a otros o hacerse sentir parecido) y la amistad.

Manejar estos aspectos con soltura no es sencillo y conozco a más de una persona para quienes hacerse el simpático es decirles a los demás “hay que ver que chaqueta más horrorosa te has puesto hoy”, “¿dónde vas con ese careto?”, o “los calvos, es mejor que no salgáis a la calle”
Un ejemplo de esto lo podemos ver en Gran Torino, la deliciosa película de Clint Eastwood, donde un veterano de la guerra de Corea ha prohijado a un joven vecino vietnamita a quien quiere educar e introducir en la cultura americana: lo lleva a la peluquería de un amigo con quien se saluda intercambiando insultos, tras lo cual invita al vietnamita a que vuelva a entrar en la peluquería y se comporte “como un hombre”. Éste entra, insulta al peluquero e inmediatamente es apuntado con una escopeta; le explican que no puede insultar a la gente si no se tiene mucha amistad con ella y que lo correcto es hablar mal de alguien que no esté presente (http://youtu.be/MyZh8qjXofw).
Buscar temas en los que se coincida en el desacuerdo para hablar mal de otros es una forma de encontrar similitud y compartir opiniones parecidas con otras personas a fin de caer bien o influir de alguna manera.
¿Pero es necesario hablar mal de otros? ¿No se puede conseguir el mismo efecto con un lenguaje positivo y con elogios hacia nuestro interlocutor?
También aquí hay un umbral difícil de establecer: los elogios son agradables cuando se reciben, pero si son excesivos o exagerados pueden percibirse como peloteo o como fase previa a una petición.

¿A ti que te parece? Déjanos tus opiniones o tus experiencias y danos pie para la reflexión y el debate.

lunes, 15 de octubre de 2012

La advertencia del loco

O de porqué un loco advertía a los caminantes que debían de mirar hacia adelante.

Aquel manicomio estaba recorrido en su parte de atrás por una vía de tren, cuatro railes, que se encontraba tapada por la hierba crecida a consecuencia del largo periodo de inactividad en que llevaba sumida la línea.
También había un bonito paseo flanqueado por una fila de árboles que le aportaban sombra y que lo hacían un lugar agradable para pasear en verano.
El paseo cruzaba las vías del tren e iba en dirección al manicomio, donde un loco se pasaba las horas mirando por la ventana.
Era muy habitual que las personas que por allí pasaban se tropezasen con uno de los railes y que, despues del traspies correspondiente, mirasen hacia atrás para ver con qué se habían tropezado. Cuando esto ocurría, nuestro loco se ponía muy contento y abriendo la ventana decía a voz en grito: "No mires para atrás, mira para adelante que hay más vías y te volverás a tropezar"

La experiencia ha de servirnos para saber afrontar el futuro, pero no para recrearnos en el pasado.
¿Qué piensas sobre esta afirmación?