lunes, 24 de diciembre de 2012

Soy de Bilbao

Normalmente no lo digo para no presumir, pero hoy lo utilizo en el título de este post para hablar de las distinciones.

Hace unos días un amigo me envió una foto de una participación de lotería repartida por un comercio de Basurto en la que se indicaba, en euskera y en castellano, que el poseedor de esa participación jugaba la cantidad correspondiente al número arriba indicado, “en el sorteo de lotería que tendrá lugar en el país vecino el próximo día 22 de diciembre”. Y ha sido ese matiz, esa distinción del país vecino, el que me ha llevado a esta reflexión.

Cuando me estaba introduciendo en técnicas de coaching tenía un maestro extranjero que nunca había visto una corrida de toros y tenía interés en presenciar una. No soy aficionado a ese espectáculo pero cuando era jovencito mi madre me llevaba como acompañante y he alcanzado cierto conocimiento de la fiesta, así que acepté la propuesta de mi profesor y nos fuimos a ver una corrida de la Feria  de Madrid.  Él me pedía explicaciones de lo que ocurría en el ruedo y en un momento me preguntó que cual era la razón de que al torero anterior se le abuchease y a este le jaleasen con olés y le diesen una larga ovación. Yo le comenté que éste estaba en un terreno donde daba ventajas al toro, que bajaba la mano, que templaba los pases, que dominaba y que lo hacía manteniendo la estética establecida para ello, mientras que en la anterior faena el torero daba un paso atrás en cada pase, el toro le tocaba la muleta y salía suelto de cada encuentro; que lo hacía mal. Él me contestó que le parecía lo mismo una faena que la otra pero ahora, que se lo había hecho notar, lo entendía y añadió: “esto es algo que se hace en el coaching, hacer distinciones, porque si no somos capaces de apreciar las diferencias no seremos capaces de mejorar”

Parafraseando a Rafael Echeverría: “No sabemos cómo son las cosas. Sólo sabemos como las observamos o como las interpretamos. Vivimos en mundos interpretativos”. Podemos observar cómo tendemos a creer que nuestra realidad es la realidad, sin embargo si aprendemos a hacer distinciones conoceremos mejor esa realidad y nos haremos más sabios.
No sólo tendemos a creer que nuestra realidad es la realidad sino que además tenemos tendencia a generalizar. La generalización es una abstracción que nos permite simplificar los procesos de pensamiento acudiendo a conceptos o ideas previamente establecidos. Tiene un carácter universal y ya los griegos clásicos utilizaban sus mitos para establecer estereotipos de conducta. Shakespeare, aparte de su gran calidad literaria, tiene el mérito de haber escrito sobre cuestiones universales y a Otelo, a Hamlet o a Romeo y Julieta da igual ubicarlos en el siglo XVII que en el XXI pues sus conductas, sus sentimientos, el desenlace de sus historias se pueden producir en cualquier momento.

El comportamiento humano está muy estandarizado: la alegría, el egoísmo, el deseo de poder, la envidia, la compasión, la solidaridad, … son aspectos inherentes a la condición humana que se dan por igual en todas las culturas, todos los países y todas las personas. Si generalizamos demasiado podemos llegar a pensar que somos iguales que los monos, pues parece ser que nos diferenciamos menos de un 2%, entre 1,3% y 1,2% es la diferencia que existe entre nuestro genoma y el de los chimpancés o los bonobos: ¡Somos tan iguales!
Sin embargo esa pequeña diferencia (que consiste en que nosotros tenemos dos cromosomas menos) son la causa de la existencia de una proteína que hace que nuestro neocórtex funcione de modo diferente. Una distinción que marca distancias importantes entre los simios y las personas.

Si queremos racionalizar nuestras acciones, si queremos comprender mejor la realidad, si queremos desarrollarnos como personas, hagamos distinciones.

¡Guztietarako zorion asko!: ¡Muchas felicidades a todos!

jueves, 13 de diciembre de 2012

¿Y si creamos un “Partido Malo”?

 Al igual que el gobierno ha propiciado la creación de un “Banco Malo” que recoja los “activos tóxicos” que contaminan al sector financiero, los ciudadanos podemos proponer la creación de un “Partido Malo” que acogería a los políticos tóxicos que ahora abarrotan las filas de los partidos políticos.

Hace unos días especulaba con un amigo sobre esta idea (ver en Facebook: Ciuco Gutiérrez): Cada día el sistema político español se encuentra más en entredicho debido a la falta de solvencia (moral) de muchos de sus integrantes. A esta situación se ha llegado debido a la burbuja de corrupción que ha puesto en evidencia las debilidades de nuestro sistema y que ha precipitado una caída de la credibilidad la cual parece no encontrar fondo.
La creación de un “Partido Malo” ayudaría a clarificar la crisis de credibilidad política y, lejos de ser un partido sin futuro, tendría un elevado número de votos pues nadie duda de que un alto número de constructores, empresarios de diferentes sectores, promotores de actividades diversas, testaferros, intermediarios, estafadores y delincuentes de diversa índole, encontrarían sumamente atractiva esta opción política con una propuesta clara y abierta de enriquecimiento especulativo e inmoral.
El “Partido Malo” se nutriría de los políticos de dudosa reputación existentes en otros partidos y podrían ser valorados de forma individual antes de ser transferidos, o cada partido podría asignar una cartera de políticos de baja valoración moral (con una alta prima de riesgo). En cualquier caso, deberían someterse a las correspondientes auditorias que verifiquen la transferencia eficaz de sus políticos tóxicos. Es más, es conveniente crear un órgano supervisor que controle el comportamiento de los políticos honestos, a fin de atajar las desviaciones que se puedan producir, de forma que la creación del “Partido Malo” se acompañe con visos de continuidad para que puedan encontrar alojamiento los futuros interesados.
De momento es tan solo una idea pues antes de llevarse a cabo tienen que despejarse muchas de las incógnitas sobre cómo se transferirán los políticos activos subprime, cómo se gestionarán los “tratos de favor”,  o cual es el beneficio esperado de la corrupción programada. La buena noticia para los creadores es que ya hay inversores interesados en su puesta en funcionamiento.
Una posibilidad que se maneja es que en la financiación del “Partido Malo” participen entidades de reputación intachable que sirva para garantizar el aislamiento de este tipo de políticos evitando la contaminación del resto del sistema. Esto requiere mucha claridad sobre la valoración de los transferidos y de su relación con las entidades inversoras: para garantizar la existencia de políticos solventes es necesario aislar y mantener controlados a los tóxicos
DUDAS EN LA VALORACIÓN
Parte del rechazo de los inversores honestos podría estar en invertir en este proyecto y que el resto de partidos sigan manteniendo políticos tóxicos. Razón que refuerza la idea de un supervisor que someta a test de estrés y a auditorias periódicas a todos los partidos.
¿PROBLEMA ECONÓMICO?
Una vez en marcha, también existen preguntas sobre cuándo podrá comenzar la actividad política del “Partido Malo” y cuando y de qué forma se podrán enriquecer sus integrantes. El “Partido Malo” podría tener que confiar inicialmente en los actuales políticos corruptos y en sus redes de relación para que sigan gestionando ingresos inmorales. Posteriormente, los paquetes de adjudicaciones se podrían analizar en más detalle al prepararse para su ejecución. Se podrían diseñar planes para que los políticos tóxicos encuentren el modo de mantener su actividad sin necesidad de participar en la vida política que afecta a los ciudadanos estableciéndose un nicho de corrupción que se autoalimente sin contaminar otras áreas de la vida pública.

¿Y qué tiene que ver toda esta historia con el objetivo de este blog?
Pues tiene que ver con que el objetivo, la meta que nos marcamos es importante, pero también lo es el camino que recorremos para alcanzarla.
Los pilotos de carreras saben que para quedar campeones del mundo han de quedar muy bien clasificados después de cada carrera y que para que esto ocurra es necesario trazar bien cada curva, recorrer cada una de las rectas con velocidad y no cometer errores. Esto hay que entrenarlo, tanto física como mentalmente, y dedicar tiempo a mejorar cada aspecto de su rendimiento en competición.
Las metas son importantes, pero no lo es menos el camino que tenemos que recorrer para alcanzarlas: esa es una opción que nosotros elegimos.

En el próximo post hablaremos de honestidad.

martes, 4 de diciembre de 2012

Solo hay una oportunidad para causar una buena primera impresión.

 ¿Nos preocupa nuestra imagen en una primera cita?

Cuando tenemos una primera cita con alguien a quien consideramos importante todos nos hemos preocupado de ir vestidos de forma adecuada para la ocasión, de no parecer nerviosos, de preparar dos o tres frases ingeniosas que causen un buen impacto y de un montón de detalles más (¿me siento al lado o de frente? ¿pago yo o la otra personas? ¿hablo primero o espero a que saque un tema de conversación? …). Cuando la situación nos interesa, la primera cita nos preocupa y la preparamos. De eso somos conscientes todos, o casi todos, y especialmente quienes nos dedicamos a actividades relacionadas con las relaciones interpersonales.
Pese a ello. Pese a saberlo y al interés que ponemos por causar una buena impresión, en alguna ocasión metemos la pata:
Recuerdo que había quedado con una persona para hacerle una propuesta de colaboración profesional. Había hablado por teléfono con ella y nos habíamos intercambiado varios mensajes, de forma que el motivo de la cita estaba claro y parece que las dos partes estábamos interesadas en hablar de los detalles y sacar el proyecto adelante.
Cuando llegué a su empresa y pregunté por ella me hicieron pasar a una sala de espera y me dijeron que me atendería enseguida. Al poco rato entró una mujer preguntando ¿José Luis? Era una mujer alta de pelo largo sobre los hombros, delgada, que vestía un traje de punto muy ajustado que dejaba ver una incipiente barriguita.
Yo respodí: Sí soy yo, tu eres Marga ¿no?, encantado de conocerte. Mejoras con creces la imagen que me había hecho de ti hablando por teléfono, además veo que estás embarazada, a mí me dais mucha envidia las mujeres embarazadas pues me parece que tiene que ser una sensación muy intima, muy tierna, que los hombres nunca podremos sentir.
Ella dijo: No, no estoy embarazada.
¿Por qué no se acabó el mundo en aquel momento? ¿por qué no se derrumbó el edificio? ¿por qué no pude desaparecer? ¿por qué no pude dar al rewind y volver al momento en el que ella entraba por al puerta?. Cualquier cosa hubiera sido mejor que seguir allí sin saber qué hacer: si pedir disculpas, hacer un chiste o continuar como ni no hubiese pasado nada. Estaba totalmente paralizado pensando en la metedura de pata que había tenido.
Aquella anécdota me afectó y durante un tiempo me intimidaban las primeras citas, que tenía que preparar con mucho detalle evitando cualquier comentario espontáneo. Pero empecé a contarla para saber cómo reaccionarían otras personas y me di cuenta de que mucha gente había pasado por situaciones parecidas y que, además, contarla me servía para banalizarla y que fuese perdiendo importancia.

Te invitamos a que nos cuentes tu experiencia causando una primera impresión. La comentaremos y te daremos nuestra opinión.