martes, 4 de diciembre de 2012

Solo hay una oportunidad para causar una buena primera impresión.

 ¿Nos preocupa nuestra imagen en una primera cita?

Cuando tenemos una primera cita con alguien a quien consideramos importante todos nos hemos preocupado de ir vestidos de forma adecuada para la ocasión, de no parecer nerviosos, de preparar dos o tres frases ingeniosas que causen un buen impacto y de un montón de detalles más (¿me siento al lado o de frente? ¿pago yo o la otra personas? ¿hablo primero o espero a que saque un tema de conversación? …). Cuando la situación nos interesa, la primera cita nos preocupa y la preparamos. De eso somos conscientes todos, o casi todos, y especialmente quienes nos dedicamos a actividades relacionadas con las relaciones interpersonales.
Pese a ello. Pese a saberlo y al interés que ponemos por causar una buena impresión, en alguna ocasión metemos la pata:
Recuerdo que había quedado con una persona para hacerle una propuesta de colaboración profesional. Había hablado por teléfono con ella y nos habíamos intercambiado varios mensajes, de forma que el motivo de la cita estaba claro y parece que las dos partes estábamos interesadas en hablar de los detalles y sacar el proyecto adelante.
Cuando llegué a su empresa y pregunté por ella me hicieron pasar a una sala de espera y me dijeron que me atendería enseguida. Al poco rato entró una mujer preguntando ¿José Luis? Era una mujer alta de pelo largo sobre los hombros, delgada, que vestía un traje de punto muy ajustado que dejaba ver una incipiente barriguita.
Yo respodí: Sí soy yo, tu eres Marga ¿no?, encantado de conocerte. Mejoras con creces la imagen que me había hecho de ti hablando por teléfono, además veo que estás embarazada, a mí me dais mucha envidia las mujeres embarazadas pues me parece que tiene que ser una sensación muy intima, muy tierna, que los hombres nunca podremos sentir.
Ella dijo: No, no estoy embarazada.
¿Por qué no se acabó el mundo en aquel momento? ¿por qué no se derrumbó el edificio? ¿por qué no pude desaparecer? ¿por qué no pude dar al rewind y volver al momento en el que ella entraba por al puerta?. Cualquier cosa hubiera sido mejor que seguir allí sin saber qué hacer: si pedir disculpas, hacer un chiste o continuar como ni no hubiese pasado nada. Estaba totalmente paralizado pensando en la metedura de pata que había tenido.
Aquella anécdota me afectó y durante un tiempo me intimidaban las primeras citas, que tenía que preparar con mucho detalle evitando cualquier comentario espontáneo. Pero empecé a contarla para saber cómo reaccionarían otras personas y me di cuenta de que mucha gente había pasado por situaciones parecidas y que, además, contarla me servía para banalizarla y que fuese perdiendo importancia.

Te invitamos a que nos cuentes tu experiencia causando una primera impresión. La comentaremos y te daremos nuestra opinión.

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