martes, 19 de febrero de 2013

Sistemas perversos.


Leo en la prensa que una Comisión de Expertos ha presentado al Ministerio de Educación un informe que éste le ha pedido sobre la reforma de universidades cuya lectura me lleva a pensar que vivimos inmersos en sistemas perversos.

Empecemos por la propia universidad. Las universidades son centros docentes e investigadores. La calidad de una universidad se mide por el prestigio de sus profesores y éste está basado en la cantidad de publicaciones y de estudios que ha dado a conocer cada uno de ellos, de forma que el objetivo de los profesores es el estudio, la investigación y la publicación de sus conclusiones ya que esta actividad es la que les proporciona prestigio y les permite medrar en la profesión y ser contratados en centros con mayores recursos que les reportan mayores ingresos y les favorecen mayor número de estudios y publicaciones. No son contratados por su capacidad para enseñar o para transmitir sus conocimientos a otros, o para dirigir la investigación de sus alumnos.
Esto es un sistema perverso: quiero profesores con mucho prestigio pues se da por supuesto que sus conocimientos serán los que transmitan, sin embargo su prestigio está basado en su propio trabajo y no en compartir su saber, de forma que seguirán haciendo lo que hacían, sin que eso suponga una mejora de la enseñanza.

En la propuesta que ha presentado la Comisión de Expertos al ministro Wert se insiste en la necesidad de reforzar la autonomía de las universidades y de profesionalizar la tarea de gestión universitaria, sin embargo propone que en el Consejo Rector haya una participación de 25 % de la Comunidad Autónoma. Si se pretende profesionalizar la gestión ¿para qué meter políticos en el Consejo? (pues siendo la Comunidad Autónoma quien los designe serán políticos, y además serán de la cuerda del partido que gobierne en ese momento en la Comunidad).
Aunque las propuesta añade la recomendación de que ningún miembro del Consejo de la Universidad haya ocupado cargo político, empresarial o sindical en organismo público alguno en los cuatro años anteriores. Lo cual no deja de ser una perversión, pues si lo que se pretende es que la sociedad esté representada en el más alto órgano de gestión de las universidades ¿por qué los representantes de este colectivo deben ser personas que ya no ostentan ninguna representatividad?. Esta propuesta no es más que una fuente para el engaño, la manipulación y el uso engañoso de datos a favor de intereses particulares.

Con esta reflexión nos introducimos en la perversión del propio sistema político que compartimos. Creíamos que la separación de poderes contribuía a mejorar el control de cada parte y a la autorregulación dentro de cada parcela de poder que se comparta. Sin embargo elegimos al poder legislativo, éste nombra al ejecutivo, que cuando se encuentra con el poder pretende controlar todo lo que pueda: nombra jueces, con lo que el poder judicial queda cercenado; participa, o quiere participar, en la gestión de las universidades, con lo que se daña la calidad de la educación; interviene en la administración nombrando por libre designación a técnicos de la administración hasta niveles donde debería primar la calidad técnica sobre la opinión política, con lo que se cercena la carrera administrativa de excelentes funcionario públicos y se incrementa el número de políticos que viven a rastras de un sistema perverso que les favorece.

 ¿Qué pasaría si votásemos por un lado al legislativo, a las dos cámaras, y por otro al ejecutivo, al presidente del gobierno? ¿Qué pasaría si pidiésemos a los políticos que no interviniesen en lo judicial, pues eso es cosa de los jueces; ni en lo administrativo, pues se debe guiar por la meritocracia y calidad técnica de los funcionarios, ni en el ejercito, pues tiene su propio sistema de ascensos, ni en la universidad, ni en la doctrina y las creencias de los ciudadanos pues eso debe ser una cosa privada? ¿Qué pasaría si pidiésemos a los políticos que se dedicasen a lo suyo sin manipular la capacidad ejecutiva que se les otorga para promulgar leyes que le favorecen, que van desde ponerse sus propios sueldos hasta intervenir en aspectos muy particulares que generan un batallón de seguidores que engrosan las filas de los partidos haciendo que la financiación de estos necesite cada vez más recursos y dando pie a practicas poco recomendables?

Las personas no pueden desarrollar toda su capacidad dentro de sistemas perversos.

martes, 5 de febrero de 2013

Juicios y afirmaciones.

 En relación con la ética, el medio ambiente y los últimos post colgados, quería hacer algunas precisiones sobre nuestros juicios personales y el compromiso que adquirimos eligiendo nuestra forma de actuar.

Antes de entrar en el tema quiero agradecer a todos vuestra participación, tanto en este blog, como en otros foros donde subo enlaces, pues es esa participación la que me invita a seguir escribiendo y me da pautas sobre el siguiente asunto que, en este caso tratará sobre los juicios (el compromiso lo dejamos para el siguiente).

Afirma Rafael Echevarría, uno de los padres del coaching ontológico, que no existe una única realidad. Lo que existe es la interpretación que cada uno da a las cosas que percibe en su entorno: “Nunca podemos decir cómo son realmente las cosas: tan sólo podemos decir cómo nosotros las interpretamos o consideramos: Vivimos en mundos interpretativos”.
Si aceptamos esta interpretación como válida, seguramente ganaremos en capacidad de entendimiento y seamos capaces de comprender otros puntos de vista y otros comportamientos. Comprenderemos que los políticos viven en un entorno y bajo una presión que les lleva a actuar como lo hacen; que en los países vecinos haya otras sensibilidades; que cada uno entienda de forma diferente lo que es un comportamiento ético; o que nuestra percepción sobre la amenaza al medio ambiente de esta sociedad en la que vivimos tenga significados distintos. No es que vayamos a estar de acuerdo con sus puntos de vista, (diferentes a los nuestros), pero sí que nos resultará más fácil comprenderlos.

Continúa Echevarría haciendo distinciones sobre la realidad interpretada y habla de los actos lingüísticos, entre los que destacamos las afirmaciones y los juicios:

-         Una afirmación se realiza cuando la palabra se adecua al mundo. Las afirmaciones son descripciones. Pueden ser verdaderas o falsas: “hoy hemos tenido una temperatura de tres grados bajo cero”, y cualquier persona puede verificarla.
-         Un juicio es una aseveración apoyada en una opinión, no en un hecho: “hoy ha sido un día frío”. Percepción que no será la misma para una persona que viva en el Ecuador de la Tierra que para otra que habite en el Círculo Polar.

La clave del juicio es el futuro aunque esté basado en el pasado: es una declaración que condicionará mi forma de actuar.
Los juicios hablan de quienes los emiten: “Los extranjeros son peligrosos” no dice mucho de los extranjeros, pero sí de quien lo dice.
Personas que viven de juicios ajenos delegan en los demás opiniones importantes.
Aquellos que tratan los juicios como afirmaciones, tienen como consecuencia la rigidez, el cierre a posibilidades de aprendizaje.
Quienes no logran distinguir entre juicios fundados y juicios infundados no alcanzan a comprender por qué las cosas no les salen como ellos desean.
Los juicios son la raíz del sufrimiento humano. El sufrimiento, a diferencia del dolor (que tiene un origen biológico) nace del significado que atribuyo a los hechos que me ocurren.

El respeto es el juicio de aceptación del otro y la base del entendimiento.