martes, 5 de febrero de 2013

Juicios y afirmaciones.

 En relación con la ética, el medio ambiente y los últimos post colgados, quería hacer algunas precisiones sobre nuestros juicios personales y el compromiso que adquirimos eligiendo nuestra forma de actuar.

Antes de entrar en el tema quiero agradecer a todos vuestra participación, tanto en este blog, como en otros foros donde subo enlaces, pues es esa participación la que me invita a seguir escribiendo y me da pautas sobre el siguiente asunto que, en este caso tratará sobre los juicios (el compromiso lo dejamos para el siguiente).

Afirma Rafael Echevarría, uno de los padres del coaching ontológico, que no existe una única realidad. Lo que existe es la interpretación que cada uno da a las cosas que percibe en su entorno: “Nunca podemos decir cómo son realmente las cosas: tan sólo podemos decir cómo nosotros las interpretamos o consideramos: Vivimos en mundos interpretativos”.
Si aceptamos esta interpretación como válida, seguramente ganaremos en capacidad de entendimiento y seamos capaces de comprender otros puntos de vista y otros comportamientos. Comprenderemos que los políticos viven en un entorno y bajo una presión que les lleva a actuar como lo hacen; que en los países vecinos haya otras sensibilidades; que cada uno entienda de forma diferente lo que es un comportamiento ético; o que nuestra percepción sobre la amenaza al medio ambiente de esta sociedad en la que vivimos tenga significados distintos. No es que vayamos a estar de acuerdo con sus puntos de vista, (diferentes a los nuestros), pero sí que nos resultará más fácil comprenderlos.

Continúa Echevarría haciendo distinciones sobre la realidad interpretada y habla de los actos lingüísticos, entre los que destacamos las afirmaciones y los juicios:

-         Una afirmación se realiza cuando la palabra se adecua al mundo. Las afirmaciones son descripciones. Pueden ser verdaderas o falsas: “hoy hemos tenido una temperatura de tres grados bajo cero”, y cualquier persona puede verificarla.
-         Un juicio es una aseveración apoyada en una opinión, no en un hecho: “hoy ha sido un día frío”. Percepción que no será la misma para una persona que viva en el Ecuador de la Tierra que para otra que habite en el Círculo Polar.

La clave del juicio es el futuro aunque esté basado en el pasado: es una declaración que condicionará mi forma de actuar.
Los juicios hablan de quienes los emiten: “Los extranjeros son peligrosos” no dice mucho de los extranjeros, pero sí de quien lo dice.
Personas que viven de juicios ajenos delegan en los demás opiniones importantes.
Aquellos que tratan los juicios como afirmaciones, tienen como consecuencia la rigidez, el cierre a posibilidades de aprendizaje.
Quienes no logran distinguir entre juicios fundados y juicios infundados no alcanzan a comprender por qué las cosas no les salen como ellos desean.
Los juicios son la raíz del sufrimiento humano. El sufrimiento, a diferencia del dolor (que tiene un origen biológico) nace del significado que atribuyo a los hechos que me ocurren.

El respeto es el juicio de aceptación del otro y la base del entendimiento.

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