miércoles, 20 de marzo de 2013

Motivos y Valores.

Manifestamos indignación por algunas cosas que ocurren, pero no hacemos nada. Afirmamos que nos interesan cosas, a las que no dedicamos ni un minuto seguido. ¿Por qué se produce esa falta de sincronía entre la manifestación verbal y la conducta?

Contaré una historia leída en un blog de moteros:
“Os escribo en este blog para pediros vuestro consejo.
Mi mujer me engaña. Desdé hace meses sospechaba que tenía una relación pues la llaman al móvil y se va a hablar a algún sitio donde yo no pueda oírla, habla casi susurrando. Sale tarde de casa y vuelve a horas desacostumbradas, …
Cuando le pregunto que con quien habla o con quien sale, la respuesta es siempre la misma: con amigas. ¿Y de qué habláis?: de cosas de mujeres. ¿Qué cosas son esas?: no me digas que ahora te vas a interesar, de maquillajes, de ropa, de cremas.
El otro día estaba duchándose y sonó su teléfono, lo cogí para ver quien era y colgaron nada más escuchar mi voz. Cuando ella salió de la ducha me echó una bronca desproporcionada: que quien era yo para vigilarla, que por qué cogía su teléfono, que si quiero espiarla.
Últimamente oigo el ruido de un coche que para en la calle y vuelve a arrancar poco antes de que ella vuelva a casa. Varias veces he intentado asomarme para ver quien es el acompañante, pero hasta ahora no he conseguido saber quien es.
El otro día se estaba arreglando para salir a cenar  con unas amigas y decidí seguirla, así que deje la moto en la calle para ver si finalmente averiguaba con quien salía. Se puso muy guapa. Bajé corriendo por la escalera mientras ella lo hacía en el ascensor. Comenzó a andar calle arriba y en la esquina parecía que esperaba un coche. Fui a buscar la moto y ella, efectivamente subió al coche. Lo seguí y vi que bajaba con otra persona que daba las llaves a un aparcacoches del restaurante en el que entraban.
Dejé la moto enfrente del restaurante y estuve esperando más de una hora a ver si salían. Cuando lo hicieron, ella iba delante y salía justo enfrente de donde yo estaba, así que me agaché y me escondí detrás de la moto para que no me viese. Al hacerlo pude darme cuenta de que la moto pierde aceite, toqué el cárter pero no es de ahí, la mancha viene desde la junta de la culata.
Y ese es el consejo que quiero pediros: ¿creéis que será suficiente con que ajuste los balancines o he de llevar la moto a un garaje para que me cambien la junta de la culata?”.

La diferencia entre lo que decimos y lo que hacemos está en que hablamos por valores y actuamos por motivos. Hablamos teniendo en cuenta lo que consideramos moralmente bueno o malo, o lo que creemos que es socialmente bueno o malo y actuamos en función de aquello que no gusta, que nos satisface, que nos proporciona placer, actuamos por motivación y, desengáñense ustedes, nuestra motivación no está tan ligada a nuestros valores.

martes, 5 de marzo de 2013

Compromiso

Nos dice el Diccionario de la Real Academia que compromiso es “obligación contraída” “palabra dada”. El compromiso nos lleva a comportarnos de una forma determinada.
Es uno de los fundamentos del coaching.

El compromiso surge de la reflexión sobre lo que ocurre, siendo lo primero que hacemos enjuiciar y analizar lo sucedido:

-          Enjuiciamos si es bueno o malo.
-          Analizamos la responsabilidad: a quien hacemos responsable de lo que ocurre.
-          Analizamos su ámbito: a qué área afecta.
-          Y analizamos su temporalidad: permanente (nunca… o siempre…) o acotada (en tanto, mientras…)

Solo la reflexión no nos mueve a hacernos cargo de la situación, actuamos cuando asumimos la obligación de “hacer algo al respecto”. Podemos asumir la obligación con nosotros mismos, aunque fácilmente encontraremos justificación si no llevamos a la práctica nuestras buenas intenciones. O podemos verbalizar nuestro compromiso “dando nuestra palabra” a otra o a otras personas, prometiendo hacer algo.

Las promesas son actos lingüísticos sumamente poderosos, que nos permiten coordinar acciones con otros. Cuando alguien hace una promesa se compromete ante otro a ejecutar alguna acción en el futuro.
La promesa incluye dos procesos: hacerla y cumplirla. Para hacer una promesa se necesita el consentimiento mutuo de las parte y a esto se puede llegar a través de peticiones o de ofertas (que difieren porque sitúan en diferente persona a quien tiene la inquietud y quien realiza la acción). Prometemos hacer algo ante alguien que espera que lo hagamos y buscamos entornos afines donde nuestras inquietudes sean compartidas y nos encontremos en una atmósfera receptiva hacia nuestras acciones.

Nos comprometemos a ser honestos, a cuidar del planeta o de los demás, a ser mejores amigos, padres o compañeros, nos comprometemos a ser responsables con nuestro trabajo, …

“Compromiso es lo que transforma una promesa en realidad.
Es la palabra que habla con coraje de nuestras intenciones. Y las acciones que hablan más alto que las palabras.
Es hacerse del tiempo cuando no lo hay. Salir airoso una y otra vez año tras año.
Compromiso es el material que hace el carácter; el poder de cambiar las cosas. Es el triunfo diario de la integridad sobre el escepticismo”.
(Shearson Lehman)

“El compromiso es una acción. Comprometerse es crear algo que anteriormente no existía.
Cuando nos comprometemos, estamos diciendo: “Yo soy responsable por algo que ocurrirá en el futuro que no ocurriría en ausencia de mi compromiso”.
No es sólo personal. Cuando nos comprometemos, también estamos creando expectativas en los demás y en muchos casos, nuestras promesas tienen un impacto importante y directo en las elecciones de los otros y en cómo perciben su futuro”.
(Jim Selman).