Manifestamos indignación por algunas cosas que ocurren, pero no hacemos nada. Afirmamos que nos interesan cosas, a las que no dedicamos ni un minuto seguido. ¿Por qué se produce esa falta de sincronía entre la manifestación verbal y la conducta?
Contaré una historia leída en un blog de moteros:
“Os escribo en este blog para pediros vuestro consejo.
Mi mujer me engaña. Desdé hace meses sospechaba que tenía una relación pues la llaman al móvil y se va a hablar a algún sitio donde yo no pueda oírla, habla casi susurrando. Sale tarde de casa y vuelve a horas desacostumbradas, …
Cuando le pregunto que con quien habla o con quien sale, la respuesta es siempre la misma: con amigas. ¿Y de qué habláis?: de cosas de mujeres. ¿Qué cosas son esas?: no me digas que ahora te vas a interesar, de maquillajes, de ropa, de cremas.
El otro día estaba duchándose y sonó su teléfono, lo cogí para ver quien era y colgaron nada más escuchar mi voz. Cuando ella salió de la ducha me echó una bronca desproporcionada: que quien era yo para vigilarla, que por qué cogía su teléfono, que si quiero espiarla.
Últimamente oigo el ruido de un coche que para en la calle y vuelve a arrancar poco antes de que ella vuelva a casa. Varias veces he intentado asomarme para ver quien es el acompañante, pero hasta ahora no he conseguido saber quien es.
El otro día se estaba arreglando para salir a cenar con unas amigas y decidí seguirla, así que deje la moto en la calle para ver si finalmente averiguaba con quien salía. Se puso muy guapa. Bajé corriendo por la escalera mientras ella lo hacía en el ascensor. Comenzó a andar calle arriba y en la esquina parecía que esperaba un coche. Fui a buscar la moto y ella, efectivamente subió al coche. Lo seguí y vi que bajaba con otra persona que daba las llaves a un aparcacoches del restaurante en el que entraban.
Y ese es el consejo que quiero pediros: ¿creéis que será suficiente con que ajuste los balancines o he de llevar la moto a un garaje para que me cambien la junta de la culata?”.
La diferencia entre lo que decimos y lo que hacemos está en que hablamos por valores y actuamos por motivos. Hablamos teniendo en cuenta lo que consideramos moralmente bueno o malo, o lo que creemos que es socialmente bueno o malo y actuamos en función de aquello que no gusta, que nos satisface, que nos proporciona placer, actuamos por motivación y, desengáñense ustedes, nuestra motivación no está tan ligada a nuestros valores.