Reproduzco dos chistes leídos a Rosa Montero que me parecen verdaderos editoriales sobre los prejuicios:
1º. Un periodista va a hacer una entrevista a un escritor
judío en Moscú y se lo encuentra haciendo las maletas apresuradamente; el
escritor, muy agitado, le explica al periodista que va a salir del país esa misma noche, porque se ha enterado
de que están a punto de promulgar unas terribles leyes discriminatorias y que
van a encarcelar a los judíos y a los arquitectos.
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¿Por qué a los arquitectos?, pregunta el
periodista.
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¿Por qué a los judíos?, pregunta el escritor.
2º. El entrenador del Liverpool viaja a Kabul para ver jugar
a un futbolista afgano; impresionado por sus dotes le ofrece un contrato y se
lo lleva a Gran Bretaña. Dos semanas más tarde, el joven afgano juega su primer
partido en Liverpool; cuando sale al campo, el equipo está perdiendo por 2 a 0.
En veinte minutos, el muchacho mete tres goles y le da la vuelta al marcador.
Cuando termina el partido, el afgano corre a llamar por teléfono a su madre y
le dice:
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“ Mamá ¿sabes qué? ¡Jugué hoy veinte minutos,
metí tres goles y gracias a eso ganamos, todo el mundo me adora, los fans, los
periodistas, los compañeros del equipo, todos!”
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“Estupendo”, le contesta la madre, “déjame que
te cuente yo mi día: a tu padre le han pegado un tiro en la calle; tu hermana y
yo fuimos asaltadas y a ella estuvieron a punto de violarla, menos mal que pasó
un coche de policía; tu hermano se ha unido a una banda de saqueadores y ha
incendiado unos edificios, ¡y mientras tanto tú me cuentas que te lo estas
pasando en grande!
El chico se queda acongojado y estupefacto.
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“¿Qué puedo hacer mamá? Lo siento mucho”
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“¿Que lo sientes? ¿Qué lo sientes?”, vocifera la
madre, “Es por tu culpa por lo que nos hemos venido a vivir a Liverpool”