El Yin y el Yang representan lo
malo y lo bueno, el frío y el calor, la oscuridad y la luz, el sur y el norte, la tierra y el
cielo, lo vacío y lo lleno, lo femenino y lo masculino… No puede existir nada
si no existe su contrario; cada
ser, objeto o pensamiento posee un complemento del que depende para su
existencia y que a su vez existe dentro de él mismo. De esto se deduce que nada
existe en estado puro ni tampoco en absoluta quietud, sino en una continua
transformación.
Además no es bueno que algo exista en estado puro. La alegría,
que consideramos una emoción positiva, si no va acompañada de ciertos grados de
tristeza, puede hacer del que la
posea un ser ingenuo, superficial y vulnerable. Igualmente la tristeza si no se
acompaña de brotes de alegría nos puede convertir en personas taciturnas,
apáticas y deprimidas.
La naturaleza busca el equilibrio y así lo representan los
chinos en un anagrama en el que dos gotas de diferente color se abrazan en un
círculo donde no se sabe cual es el principio ni el fin y donde cada una de
ellas alberga dentro de sí un punto con el color de la antagonista.
Nada es absoluto y nada existe sin su contrario. Así, de cara a
las elecciones para el Parlamento Europeo uno de nuestros grandes partidos se
apresuró a nombrar a su cabeza de lista: Una mujer con apellido de topónimo, lo
cual no deja de ser una paradoja para unas elecciones de carácter continental
(debe ser por aquello de que lo contrario existe dentro de cada sustancia).
Pues decía, una mujer que ha estado semanas lamentándose de que no tenía
antagonista: “nosotros tenemos un proyecto europeo y los otros no, de ahí que
aún no hayan nombrado a su candidato” Esto lo hemos estado oyendo día tras día
sin que sepamos muy bien cual es su proyecto, pero dejando claro que necesitaba
a su yang (o a su yin, que no sé quien es quien). Finalmente ya tiene
contrincante, un señor con apellido que invita a pensar en vasos comunicantes,
en canal de conducción, en flujo de ideas, pero de segundo apellido, con lo
cual estas sugerencias se relegan a un segundo plano y, además, el apellido
viene acompañado de un sufijo que lo empequeñece dejando esas posibles cualidades
en una vana pretensión. Lo primero que ha hecho este señor ha sido ha sido
alardear su experiencia europea y afirmar que: "Es bueno que yo me incorpore a la campaña, se va a empezar
a hablar de temas europeos. Hasta ahora se ha hablado de otras cosas";
posiblemente refiriéndose a la campaña que estaba haciendo su yin (o su yang,
que no sé quien es quién).
Y ya está. Ella tan contenta porque ha podido replicar a su yang (o a su yin, que no sé quien es quien)
indicando que eso no se puede decir desde la mesa de ministro. Así que todo
vuelve a la normalidad, pues la naturaleza busca el equilibrio cósmico.
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