domingo, 18 de mayo de 2014

Talento y provocación.


No basta con hacer las cosas bien, o muy bien, hay que hacer que los demás lo sepan. Esto exige llamar la atención, algo de exhibicionismo o de provocación.

Hace unos días estuve en una “performance” de una artista uruguaya, Verónika Márquez, una fotógrafa que ha diseñado una obra efímera  en la que se proyecta una serie de escenas donde sale ella contando el proceso creativo de un trabajo fotográfico en el cual ella misma se caracteriza de trece personajes con ropas, estilos y personalidades diferentes. Mientras transcurre esa secuencia aparece nuestra artista, enfundada en una malla que apenas la cubre y comienza a narrar historias de sexo, tomando la palabra a la narración proyectada y comenzando a bailar y a realizar piruetas en una barra.

Lejos de ser un espectáculo erótico, lo que produce es cierta turbación. Mónika la fotógrafa contándonos cómo trabaja; Mónika la bailarina demostrando sus habilidades, Mónika la actriz interpretando un papel escrito; Mónika la modelo fotografiada una, dos, tres, trece veces; más: veinte, veinticinco, en diferentes posturas, con diferentes pelucas, siendo diferentes personas. Un espectáculo que te hace pensar ¿quién es Mónika? ¿quiénes somos nosotros?.

El talento necesita manifestarse, las personas con algún talento acompañado de vocación necesitan un espacio en el que se les reconozca su capacidad y puedan llevarla a su apogeo. El talento utiliza la provocación para que lo reconozcan.

martes, 6 de mayo de 2014

Libertad y conducta


Pensamos que somos unos seres extraordinarios, con conciencia de uno mismo (capacidad que nos diferencia de los animales) que nos permite decidir lo que queremos hacer y cómo lo queremos hacer.

Sin embargo somos la consecuencia de un proceso evolutivo guiado por nuestros genes y no hay razón para pensar que se ha producido una franja importante entre nosotros y nuestros antepasados “no racionales”. Tenemos una coincidencia genética del 98,7% con el chimpancé y la mayoría de nuestro comportamiento está tan condicionado por la genética, o es tan libre, como lo pueda estar el de estos primates.

Una cosa que tiene la raza humana, que también condiciona su comportamiento en gran medida, es la cultura. La cultura es una serie de signos y de ritos a los cuales les atribuimos un significado y que nos marcan unas pautas de relación determinadas, lo que permite que lo hagamos con mayor seguridad y espontaneidad. Esta característica no es exclusiva de los humanos, pero parece que en nosotros está más desarrollada. La cultura también condiciona nuestra conducta y lo hace hasta términos que parecen incomprensibles: ha habido culturas en las que los guerreros se comían a sus enemigos o en las que los sacerdotes realizaban sacrificios humanos. Estas costumbres vistas desde la perspectiva actual nos parecen crueles e incomprensibles, pero en su momento y en su entorno eran percibidas como características del grupo que nadie dudaba en seguir.

Si nacemos previamente programados y la cultura nos encorseta ¿Cuál es nuestra libertad para actuar?  (Fernando Ayala asegura que nacemos con la capacidad de hablar -genética pura- que rellenamos con el lenguaje –cultura recibida-).
La libertad está en nuestro talento. El talento es único. El talento es la inteligencia triunfante, como indica José Antonio Marina. El talento es esa cualidad que tenemos que nos hace diferentes a los demás y que nos permite sacar lo mejor de nosotros mismos.

Si queremos ser libres y actuar bajo nuestro propio criterio no nos queda más remedio que identificar y desarrollar nuestro talento.