jueves, 4 de diciembre de 2014

La palabra Trabajo


Dice John Kennet Galbraith que uno de los fraudes inocentes de nuestro sistema económico es utilizar la misma palabra para designar a aquella actividad que se realiza en las empresas que es dura, desagradable, monótona, a veces en entornos poco sanos y siempre mal retribuida, que a la que se realiza con gusto, propicia la creatividad, fomenta la iniciativa, se lleva a cabo en despachos agradables y está bien retribuida. No puede llamarse “trabajo” a dos actividades que son diferentes.
También nos dice que predecir el futuro es absolutamente imposible, sin embargo las empresas pagan bien a quienes ejecutan esta actividad y, cuando se equivocan, despiden a los que no han tenido nada que ver con las decisiones tomadas.
Totalmente de acuerdo en que la cosa funciona así.

Y hablando de cómo funciona la cosa comentaré una conversación que oí el otro día por la calle. Una persona le iba diciendo a otra: “Aquí las cosas funcionan así; tu te adjudicas un contrato, pero tú no lo haces, buscas a una empresa que lo haga y le pasas el contrato quedándote con una comisión. Ésta hace lo mismo y así se va pasando el contrato hasta que se encuentra a un pringao que lo hace”.

De forma que trabajar, trabajar sólo es cosa de “pringaos”.

1 comentario:

  1. Qué razón tenía Galbraith (una vez más) cuando se fijaba en la confusión de términos tan propia de nuestros tiempos. "Trabajo" viene del latín "tripalium", tres maderos a los que se ataba a los esclavos para castigarlos. El trabajo implica pues sometimiento, esfuerzo y desagrado. Hay muchos otros términos distintos de "trabajo" para designar con exactitud actividades que por su carácter lúdico, creativo, especulativo o incluso ilegal nunca hay que confundir con el "trabajo". Utilizar el lenguaje adecuadamente permitirá que todos entendamos mucho mejor la realidad que nos rodea.

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