jueves, 15 de enero de 2015

LA VIDA COMO UN JUEGO

Esto de tener hijos te cambia la vida, pero no tanto por el hecho de no poder salir por las noches o no poder viajar, sino porque los niños te replantean toda tu escala de valores, tus hábitos y tus costumbres.
Ya sabemos que a cierta edad empiezan con el típico “¿por qué, y por qué, y por qué?” pero cuando se hacen un poco mayores y empiezan a preguntarte “¿para qué?”, ese para qué es mortal.
Añadido a esto, en mi caso particular, he tenido la suerte de crear a un ser completamente diferente a mi. Es una personita muy, pero que muy kinestésica, por lo que ve la vida con otro prisma, completamente distinto al mío. Esto hace que no solo me pregunte para qué hago esto o para qué hago lo otro, si no que su manera de hacer las cosas me desconcierta a pesar de que podamos llegar al mismo resultado.
Así que, desde hace unos meses, bueno, desde que la cantidad de deberes que le mandan hace más difícil nuestra relación, me estoy planteando:
-          Por qué tengo que “obligarla” a hacer las cosas como a mi me enseñaron, que es: sentada, recta y concentrada, sin levantarse de la silla hasta que haya terminado la tarea;
-          Y para qué le sirve hacer las cosas de esa manera, si lo único que nos genera es conflicto y al final no termina los ejercicios.
Solicité ayuda a sus profesoras a ver si ellas me podían orientar sobre cómo afrontar los deberes de otro modo, pero no encontré más solución que la que me inculcaron a mi: “la niña tiene que aprender a ser responsable, dejar de jugar y centrarse en la tarea”. Pero no me convencieron, así que lo comenté con mi familia y me sorprendieron sus respuestas:
-          Uno me dijo: “yo no he realizado ningún trabajo, ni aun siendo de responsabilidad, que no me lo tomara como un juego”;
-          Otra me dijo: “Como dice Mary Poppins: todo trabajo tiene algo divertido, y si encuentras ese algo se convierte en un juego”.
Empecé a aplicar esto y funciona increíblemente bien. La relación con mi hija ha mejorado mucho y además nos lo pasamos bien. Ha sido tanto el cambio que cuando voy a buscarla al colegio sale diciendo “Tengo deberes, ¡bien!”.
Mi aprendizaje de todo esto, y que es lo que quiero compartir con vosotros, es que: en la sociedad actual nos han convencido de que el bienestar o la felicidad consiste en tener, sin embargo, lo que a mi me ha enseñado mi hija es que el bienestar y la felicidad consiste en divertirse.

Si todos aprendiésemos a jugar con las circunstancias que estamos viviendo, todo nos resultaría más divertido, liviano y el resultado final podría ser incluso mejor.

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