Esta semana pasada oí decir al
ministro de Interior que “contra más
seguridad, más libertad”. Al principio pensé que era una broma, un chiste, del
ministro que enfrentaba “seguridad” a “libertad” para hacer hincapié en que no
son términos antagónicos, pese a lo que se pueda pensar.
Sin
embargo
pronto cambié de opinión al darme cuenta de lo que realmente quería haber
puesto en palabras nuestro político era que “cuanta más seguridad, más libertad”, es decir, afirmar que
seguridad y libertad son términos correlativos y que el incremento del primero
trae como consecuencia lógica el del segundo (argumento que no me parece ni tan
sólido ni tan divertido como me había imaginado con la primera interpretación
dada).
Cambié de opinión porque ese mismo
día acudí a una conferencia sobre Nietsche que impartía un profesor de filosofía
de la Universidad
Autónoma de Madrid. Allí, entre hermenéutica, epistemología y
tautologías, nuestro profesor aseguró que: Sin
en cambio Nietsche …
¡Algo está pasando! Si un ministro
dice “contra” por “cuanto” y un profesor de filosofía utiliza “sin en cambio”
en lugar de “sin embargo”, debemos preocuparnos.
Más aceptado, pero no por eso más
correcto, está el uso de “detrás mío”, que se lo he oído a locutores de
televisión, cuando lo que hay delante o detrás raramente es suyo, simplemente
esta delante o detrás de él o de ella.
Durante unos días he estado
prestando atención a la forma que tenemos de hablar y he encontrado que algunos
compañeros de trabajo, supuestamente personas cultas, utilizan frases hechas
como: “me tenía entre la espalda y la pared”, “no hay que ponerse la piel antes
de cazar la gallina” o “a perro flaco todo le parecen salchichas”
Las cosas que se oyen en los
programas de televisión, donde los protagonistas son personas populares, no las
vamos a citar pues no terminaríamos este artículo. En cualquier caso todo esto
se solucionaría con un poco mas de interés por la educación y en concreto por
la enseñanza de las humanidades, pero para eso parece que vamos a tener que
esperar.